Pepito era un niño de siete años que vivía en un barrio de una gran ciudad. Era hijo único. Su Mamá era muy tierna y su papá era un poco más frío, pero no por ello lo quería menos. Era un día de mayo, cuando se levantaron los tres y ocurrió algo que él nunca había visto, ¡Su mamá llevaba un ojo morado! Él preguntó: ¿Qué te ha pasado mamá? Pero, su papá irrumpió rápidamente y le dijo: Nada Pepito, es normal. Un día su mamá despertó con el labio partido y el niño preguntó: ¿Qué te ha pasado mamá? De nuevo irrumpía su papá: Nada hijo, es normal.
Pasaban los días y su mamá se levantaba con golpes en el cuerpo, en las mejillas, y Pepito quería saber qué estaba pasando. Pero su mamá callaba y su papá decía: “No pasa nada, es normal”. Un día su papá apareció en casa antes de lo normal, había discutido con unos socios y llevaba el labio partido, los ojos hinchados y morados, y su brazo no paraba de sangrar.
Pepito no preguntó nada, lo cogió de la mano y de la otra cogió a su mamá, los llevó al espejo y le dijo a su papá: “No te preocupes, no es nada, es normal”. Desde aquel día su mamá se levantaba con buena cara y su papá fue el mejor esposo y padre.
REFLEXIÓN
El mundo le presenta al hombre tantas cosas, espacios, posibilidades para ir perdiendo la sensibilidad, la bondad, la corresponsabilidad, los valores fundamentales. Hacer el mal se hace cada vez más normal en el día al día, se hace costumbre vivir con los errores, los defectos, las caídas.
“No esperes que la vida te presente algún acontecimiento fuerte para comenzar a cambiar; al contrario, date la oportunidad de conocerte mejor cada día, aprende de los errores, no esperes que tus caídas se hagan algo normal, no hagas del mal algo cotidiano, sino, más bien, permite que el bien sea tu acompañante fiel y permanente”.
Recuerda: de los errores se aprende, pero no puedes vivir sumergido(a) en ellos ni te puedes quedar en el pasado, sino que debes levantarte y seguir adelante con la convicción de no volver a caer; de lo contrario, no encontrarás nuevos horizontes, sino que te moverás en un círculo sin salida. Haz de tu vida un semillero de bondad, respeto, fraternidad, tolerancia, corresponsabilidad… Sé lo más humano que puedas, no pierdas tu naturaleza.
Carlos Eduardo Castiblanco
Capellán